Al final no he podido poner todo, es más o menos así:
Con la edad contamos batallitas ya…Así que mi mejor viaje es
en la niñez. Me acuerdo de tener unos diez
años y ver a mi padre sudando la gota
gorda para meter todo el equipaje en un Renault 5 como si fuera el maletero un
juego de Tetris y las maletas de colores que van cayendo por arte de magia. Al
final el juego va más rápido y mi padre
perdía llenando al final la vaca del coche.
¡Por fin todo en orden!, nos
montábamos mi hermana un año menos que yo, mi prima que tiene mi edad y en la
parte delantera mis padres.Hacía mucho calor y llevábamos las ventanillas del
coche bajadas, el sudor recorría la espalda de cabo a rabo. El aire despeinaba
nuestras melenas. Y claro siempre las tres discutiendo en tan poco espacio: - “que
si me molesta…”- “que me tira del pelo…” – “que me hace esto…” –“que mamá para
el coche que esta vomitando encima de mí…”
(Esa era yo, en todos los viajes siempre pasaba de ir bien, a llegar blanca
como la leche, vomitada y sudada). A todo esto con tanto aire que salía despedida la mesa del camping, que
estaba en la vaca del coche y se quedaba en mitad de la carretera y recuerdo a mi padre corriendo para recogerla ya hecha
mixtos y mi madre despotricando – “Hay que ver este hombre…”. Porque no
teníamos mucho dinero y siempre íbamos de bocadillos y camping. Cuenta del mes:
Un mes = 30 Bocadillos. Bueno no tanto porque mi madre en la cocinilla de gas
que llevaba hacía arroz, pasta y lo que podía en un cacito muy pequeño.
Montar
la tienda era muy complicado, para empezar había que vaciar todo el maletero a
presión entre la tienda, sillas, mesa, maletas y maletones, comida, sacos de
dormir y que no se olvide lo de los mosquitos…Montábamos un zafarrancho de dimes y diretes muy peliagudo. Antes las
tiendas de campaña iban con muchos ganchos anchos, ganchos derechos, remaches y
salía un mamarracho…pero nuestra cara era de estar satisfechos. Lo que más me
gustaba era al despertar y oir el sonido de los pájaros y el susurro de las ramas
al mecerse con la brisa. El sol incipiente se filtraba a través de las hojas de
los árboles y era una sensación muy placentera.
En la recepción del camping tenían un
mono de verdad, era pequeño y muy feo. A mi me gustaban mucho los animales
hasta que éste me hincó el diente el dedo y todavía tengo la señal…No dije nada
pero la rabia sí me la tendría que haber puesto, así he salido…
Mi padre siempre organizaba excursiones,
pero con “tó la caló”, hoy toca el Torcal de Antequera, mañana Dólmenes de
Antequera, el de Menga, el Romeral, Viera ¿dará tiempo a ver las Termas y Alcazaba?
¿También el convento de los Capuchinos? Que mañana nos vamos a la zona de playa,
pero hay que pasar por Ronda primero y la sierra de Grazalema que está al lado.
Ya de paso vemos la Laguna Fuente de Piedra y vemos los flamencos… Mi padre a
última hora de la noche miraba planos y rebuscaba mapas con la linterna en la
boca intentaba que nos ilustráramos al día siguiente. Y así terminaba el día con ampollas en los pies.
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